martes, 15 de octubre de 2019

Cristo de San Damián


Contemplamos un icono de Cristo glorioso, fruto de una reposada meditación sobre la pasión que coincide con la teología del cuarto evangelio: la muerte del cordero ilumina y da vida al mundo.

Está pintado sobre tela hacia el año 1.100 por un artista desconocido del valle de la Umbría italiana y se inspira en el románico de la época y en la iconografía oriental. Posteriormente se pegó sobre madera. Mide 2, 10 metros de alto por 1,30 de ancho. El autor no podía sospechar la trascendencia que su obra iba a tener en la iglesia.

(En la fotografía se aprecia una replica que se conserva en el Convento de San Francisco de Jerez de la Frontera)

Este es el Cristo que movió a San Francisco de Asís a iniciar su obra. Él supo ver más allá de la imagen, adentrándose por medio de los colores y las figuras en el Misterio de Dios.

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