En 1692, Sebastián Conde forja una de las cruces más importantes de Sevilla, hoy día ubicada en la Plaza de Santa Cruz.
Una vez finalizada, la cruz se instaló en la confluencia de las Calles Sierpes y Rioja (antigua Plaza de la Cerrajería), hasta finales del siglo XVII. Después, se retiró al estorbar a las comitivas reales que iban desde la Calle Sierpes hasta Triana.
En 1729, se llevó al Convento de las Mínimas, hasta que en 1734 se devolvió a su lugar original. Finalmente, en 1840 fue llevada al Museo de Bellas Artes, para acabar en la Plaza de Santa Cruz en 1918.
En el diseño de la cruz, destacan los ángeles lampareros, las serpientes en la base, y los cuatro evangelistas en cada ángulo del pedestal.
Según algunos autores, su verdadero nombre fue el de Cruz de las Sierpes o de las Serpientes.